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  Profecia de nostradamus


Profecía del Triunfo de la Gran Verdad, sus mas importantes profecías, con datos reales, hechos y lugares, vida de Nostradamus. Conoce la Profecía del Triunfo de la Gran Verdad.

 Dice Nostradamus que cuando el sol llegue al 20° del Toro, es decir, el día once de mayo, la Tierra temblará y tragará a todos los espectadores; mientras tanto el aire se oscurecerá y caerán sobre la Tierra las más densas tinieblas y Dios, con sus legiones de ángeles y de santos, arrollará y arrumbará totalmente a la demoníaca criatura que había querido escalar el cielo. Acometido y atacado por el rayo celeste, el Anticristo se desplomará en la arena a incapaz de llevar a cabo las maravillas de las que había osado resumir, se abismará en las entrañas de la tierra, vencido y derrotado. La justicia de Dios se abatirá entonces sobre los secuaces de Satanás y causará entre los hombres una terrible carnicería. De esta manera el gran nieto, es decir, el Anticristo descendiente de Satanás, será constreñido a dejar la Tierra para nunca jamás volver a ella.

Entonces triunfará María, Madre de Dios (a la que Nostradamus indica como una curiosa perífrasis, siendo «maría» el plural del nombre latino «mare»), de la cual se ha dicho que «las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella».

El Anticristo, descendiente de la tribu (o califato) de Dan y su inspirador, Satanás, temblarán ante el juicio que les espera.

Nostradamus ratifica y sanciona la fecha dé cuando va a suceder todo esto: transcurridos veinte años santos o jubilares, lo cual

equivale a decir después de veinte siglos de la fundación de la Iglesia (indicada por el vidente, como de costumbre, con el nombre

de Luna, ya que Cristo es el verdadero Sol que ilumina con su luz a la Iglesia, como el caso de nuestro satélite), o sea en el año

siete mil del calendario judío, calculado a partir de la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Aquel año, otro retendrá la monarquía; lo

cual significa que el sol dejará de iluminar a la Tierra; mi profecía entonces añade Nostradamus se habrá cumplido.

En aquel período próximo al acabamiento del segundo milenio, los muertos que estarán en sus tumbas se presentarán de nuevo ante la presencia de Dios y las espantosas hecatombes que tanto habrán afligido y atormentado al mundo aparecerán como uno de los medios purificadores de los que Dios se ha valido para realizar sus propios designios y no ya como una tragedia de la Humanidad, salvada y redimida.

Un gran juez juzgará los tiempos pasados, lo mismo que el presente, y pronunciará su sentencia para los vivos y para los muertos, y todos aquellos que no comprendieron la palabra de Dios serán por Él repudiados.

Finalmente Nostradamus, después de precisar que, conscientes de lo que les aguarda, los hombres considerarán. El día de su muerte no ya como algo triste, sino como un momento de gran regocijo y como un nacimiento a la vida espiritual, concluye diciendo que el Espíritu Santo llenará de gozo y de felicidad a aquellas almas que, por la victoria tan meritoriamente alcanzada, tendrán derecho a contemplar en toda su plenitud el esplendor del Verbo.